Un programa que demostró que el estado de nuestra salud mental no depende de la economía, del status o del éxito profesional; no depende de cuánto dinero ganes o de cuán famoso seas. Las enfermedades mentales no entienden de clase social, sexo, género o nacionalidad… todos podemos sufrirlas en algún momento de nuestra vida. Y no sólo eso, sino que el programa también evidenció el papel que juegan las redes sociales en esta problemática, promoviendo una sociedad que tiende a la constante comparación con el prójimo, a la idealización de las vidas ajenas y a una exigencia con uno mismo muy perjudicial.

Se está empezando a destapar una de las mayores pandemias sufridas por el ser humano. Una epidemia de soledad, culpabilidad y dolor silenciado que ha matado a miles de personas. Pero el silencio se ha acabado, callarse ya no está de moda.
Ha llegado el momento de hacer girar la rueda hacia otra dirección, de levantarse, desenmascararse y hablar sin tapujos. Es la hora de visibilizar el dolor psicológico, de aparcar las vidas perfectas a un lado y de empezar a mostrar la vida real.
Debemos construir una sociedad donde la vulnerabilidad sea vista como una fortaleza, donde nos podamos desnudar y mostrarnos tal y como somos y donde el dolor jamás vuelva a ser silenciado.
Ha llegado el momento de ponerse en pie y de expresarnos con sinceridad, transparencia y fortaleza. Y son muchos personajes conocidos, y no tan conocidos, que ya han empezado a hacerlo: actores y actrices como Leonardo Di Caprio, Brad Pitt o Angelina Jolie; cantantes como Adele, Dani Martín o Vega; deportistas como Simone Biles, Michael Phelps o Naomí Osaka o influencers como Marta Pombo, entre muchos otros, ya han explicado sus propias experiencias, evidenciando, una vez más, que no existe la vida perfecta, que todos podemos sufrir este tipo de problemas y que es fundamental no esconderse y expresarlo con naturalidad.
Es de vital importancia que las personas públicas, con más poder mediático, y los líderes empresariales empiecen a normalizar algo imprescindible para el buen desarrollo mental y emocional de la sociedad; pero también es necesario que entre nosotros encontremos apoyo y comprensión, y, sobretodo, que se vayan creando medidas y ayudas en nuestra sociedad para que nadie más se sienta solo ante una enfermedad mental.